El final de la historia

2014: De enero en adelante


Siento haber dejado la historia en el aire y no haber contado cómo acabó. Pues bien, en esta pestaña me pongo a ello. Si tú que me lees has llevado o llevas ortodoncia, sabrás que después de un tiempo te cansas de pensar todo el día en tu boca como hacías al principio. Lo más normal es que tras unos meses –y por el bien de tu estado mental–, te lo empieces a tomar como una parte más de tu cuerpo y no seas consciente de que la llevas. Por eso –y por pura vaguería– dejé de lado este blog. Hoy, un año después de que me quitaran la ortodoncia, lo he vuelto a leer y creo que quizá pudo apoyar a alguien al otro lado de la pantalla. Por todos esos "alguien" me dispongo a contar cómo sigue y termina la feliz historia de mi boca nueva :) 

enero, 2014




Febrero, 2014

Febrero, 2014

Febrero, 2014






marzo, 2014

marzo, 2014


abril, 2014
abril, 2014
abril, 2014


Y aquí es cuando me cansé de hacerme fotos... ¡Qué casualidad! Justo sucedió en mayo, cuando mi ortodoncia cumplía un año y casualmente me habían prometido que el tratamiento no llegaría al año... (¬¬) Recuerdo mi cabreo y mi desesperación por mayo. Insisto en que yo ya había llevado ortodoncia de pequeña y que una de mis condiciones para volver a ponérmela fue que no llegara al año. No entiendo por qué la ortodoncista no me avisó de que TODOS los tratamientos se alargan. Ahora entiendo perfectamente por qué se alargan, ya que durante todos esos meses nos pasan "pequeños problemillas" que lo complican todo: Vacaciones fuera durante mucho tiempo sin revisiones, arcos que se salen y no nos damos cuenta, gomas que se rompen, fines de semana sin servicio de urgencias en la clínica, dientes que no se quieren mover, infecciones que deben ser tratadas, etc. Además de mi pataleta porque se alargara más de lo esperado, tengo que recalcar que a partir de mayo me pasó de todo. Mi cuerpo estaba ya tan cansado y falto de vitaminas que tuve heridas bastante importantes en la boca y también un herpes labial que se me extendió por la cara. ¡Estaba hecha un cromo! El herpes incluso se ve en estas fotos debajo de un disquito de Compeed (que por cierto, no sirve para nada). ¡Vaya dolor al sonreír!  

En fin, mi historia terminó bien en octubre de 2014. Aunque se alargara 6 meses más de lo esperado –¡¡¡medio añazo!!!–, quedé contenta con el resultado. MUY MUY MUY CONTENTA.
Aquí mis pintas justo antes de entrar a Vitaldent el feliz día en que me quitaron la ortodoncia

Y aquí mi feliz sonrisa al salir



Unos días después me pulieron bien los dientes y me hicieron un blanqueamiento químico gratis porque entraba en el precio de mi pack. 

¡Maldito blanqueamiento químico!


Describo el proceso del blanqueamiento:

Primero te tumban en una silla y te inclinan para atrás llena de servilletas y baberos por todos lados. Luego te abren la boca todo lo posible con varios abrebocas de plástico para que los labios y los dientes no se toquen ni un poquito. Te ponen una especie de masilla en el nacimiento de los dientes que se endurece al contacto con las encías. Así, supuestamente, la sensible carne queda fuera del alcance del líquido abrasivo que te pondrán con un pincelito seguidamente en todos los dientes. Una vez puesto el líquido, te ponen unas gafas antirayos y una lámpara azul gigante apuntando a tu boca. ¡Ah! Y me olvidaba de la manguera esa "chupababas" que te dejan colgando de la comisura de la boca para que no te ahogues. Por último, te piden que no muevas ni un pelo en los treinta minutos que durará la broma y te dejan ahí con musiquita de fondo y esas pintas. 

Cuando te explican todo antes de empezar, olvidan explicarte que tampoco puedes mover la lengua para recolocarte la manguerilla aunque te estés ahogando en tus propias babas. ¡Exacto, así es como me quemé! Mis babas se encharcaron en mi boca, desbordaron para afuera y arrastraron el líquido abrasivo hasta mi labio. ¡VAYA CARNICERÍA! Me puse a chillar llamando a alguien –o lo más parecido a un chillido que pude con la bocaza abierta– y ahí que llegó la higienista tranquilamente, me limpió y me puso vaselina. Juro que olí mi propio labio quemado. Los últimos 15 minutos no sé qué me dolía más, si el labio recién chamuscado, o la superficie de mis pobres dientes que poco a poco empezaron a darme calambrazos de sensibilidad. Esos típicos calambrazos de cuando se te "cala" un diente porque bebes algo muy frío. La diferencia con beber algo frío era que esa sensibilidad no se pasaba, iba creciendo a más y yo no podía ni cerrar la boca para intentar aliviarla. 


Ojalá alguien me hubiera avisado de lo sensibles que se te quedan los dientes con ese tipo de blanqueamiento. Todo ese sufrimiento hubiera merecido algo la pena si se me hubiera notado muchísimo más blanca la dentadura, pero no fue así. Cuando la higienista vio el resultado, me dijo: "Pues no se te nota mucho más blanco... ¡Es que tú ya los tenías blancos de antes!" Y ahí yo, con mi boca dolorida, la baba caída por el dolor y calambrazos de sensibilidad quise matarla. Pero no podía ni mandarla a tomar por saco porque no podía hablar :'( En media hora entraba a trabajar y no pude ir porque una profesora que no puede hablar, no sirve de nada jeje. Me fui en autobús a mi casa y recuerdo saltar del asiento en el autobús con cada calambrazo. Me dolía tantísimo que cuando llegué a mi casa, ni siquiera podía explicar lo que me pasaba porque de verdad que no podía hablar. Solo me cogía la cara y me movía sin poder quedarme quieta. Increíble... 

Los días posteriores –¡y las noches!– fueron bastante penosos. Recuerdo llorar del dolor y de la impotencia por ver mis dientes al fin libres de hierros pero con un dolor monstruoso. Sentía mis dientes como si tuvieran todavía todos sus "poros" abiertos y no se cerraran hiciera lo que hiciera. Fui a la clínica a decírselo y me dieron un tubito de Sensident para ponerme con el dedo masajeando los dientes después del cepillado. ¡ERROR! Como tenía la encía quemada también, ese producto no hizo más que escocer y escocer en cada aplicación y me dejó todo en carne viva. Menos mal que la farmacéutica en cuanto vio la carnicería que llevaba en mi boca tuvo a bien recomendarme aquel colutorio de ácido hialurónico y aloe vera que os comenté. Eso fue lo que me curó –y además rapidísimo–. La sensibilidad dental se pasó a los días. No recuerdo cuántos días fueron, pero seguro que no llegó a cinco días que a mí me parecieron eternos. 

¡Qué mal! De verdad, no os hagáis nunca este blanqueamiento. Prefiero comprarme el kit ese baratero de la farmacia y dejarme de riesgos. Estoy segura de que habrá alguien a quien le haya ido genial y se le hayan quedado los dientes divinos de la muerte. Ya que no fue mi caso, he querido compartir mi experiencia lo más explícitamente posible, para que todos sepan los riesgos de someterse a este tipo de procesos. Nunca se sabe cómo reaccionará el cuerpo de cada persona. 


El mantenimiento

Después del tratamiento llevo la misma higiene que llevé siempre. Lo único que ha cambiado es que llevo un hierro retenedor detrás de los dientes delanteros del maxilar inferior y esto debe limpiarse con hilo dental –Superflos– y con mucho cuidado. En un año solo se me ha soltado ese hierro una vez y me lo volvieron a pegar gratis en la clínica –gratis porque te entra en el seguro del tratamiento, ¡por supuesto!–. Ese hierrito cumple su cometido a la perfección, ya que sujeta los dientes a las mil maravillas y no se mueve ni uno. A pesar de su eficacia, mi ortodoncista creyó conveniente hacerme también una férula de retención para el maxilar inferior. La férula de retención es un molde exacto de tus dientes en color transparente. Te lo hacen el mismo día que te quitan la ortodoncia para que lo tengas lo antes posible y tus dientes no se muevan –claaaaaro que se mueven, señores, no es una leyenda urbana–. Lo normal es llevar una férula de retención en el maxilar superior y en el inferior el hierro retenedor. En mi caso, mi ortodoncista me recomendó también una férula de retención inferior. 

El tema de la férula es IMPORTANTÍSIMO: ¿Cuánta gente conoces que llevó ortodoncia y tiene los dientes mal otra vez? Yo a varios. Y te digo por qué: No se pusieron la férula cuando tocaba. Ten en cuenta que la férula te va a ayudar a fijar la dentadura en su sitio durante el tiempo que tarda la carne en amoldarse a tu hueso definitivamente ahora que ya no tienes nada que sujete tus dientes. Debes llevar la férula TODO EL TIEMPO –menos para comer–, día y noche, durante los meses que te indique tu ortodoncista. En mi caso fueron tres meses durante los cuales fui a trabajar y todo con la férula puesta –y recordemos que yo trabajo hablando todo el tiempo–. Te prometo que te acostumbras rápido y que sí que se puede hablar con ella puesta. Además, nadie lo nota. ¡Todo ventajas! ;) 

Después de esos meses, te debes poner la férula TODAS LAS NOCHES DE TU VIDA. Da igual que te dé pereza, que no te apetezca o que estés con un amante exigente jeje –que ya sé que a los amantes les da grima lo de la férula, pero tus dientes son más importantes. ¡Quién te quiera de verdad lo hará con férula y sin ella!–. Yo noto todavía todas las noches una presión importante en mis dientes al colocarme la férula. Es como si durante el día se movieran y durante la noche yo los llevara otra vez a su lugar con este sencillo gesto. Imagínate lo que pasa si no te pones la férula durante dos o tres días. En algunos casos seguro que no te la puedes ni meter o tienes que hacer una presión bastante grande haciéndote daño con ello. Si haces esto, perjudicas a tu boca y tus encías nunca crecerán fuertes alrededor de tu hueso. 

Por la mañana quítate la férula y enjuágate bien –sí... deja muchas babas–. Después lava la férula con un cepillo de dientes viejo y jabón de manos. No la intentes limpiar con pasta de dientes porque no funciona. ¡Vaya pastosidad! jejeje. Según mi experiencia, lo que mejor funciona es el jabón de lavar los platos. Una vez a la semana la meto en un vaso de agua con un chorrito de vinagre para quitarle el olor y de vez en cuando también utilizo alguna pastilla de desinfección de las que venden para las dentaduras postizas –las más baratas son las de Mercadona–. 

Feliz, feliz, feliz


Bueno, no nos quedemos con el mal rollo de la última anécdota. Hoy, un año después de que todo terminara, quiero hacer balance positivo de la experiencia. La verdad es que no cambiaría por nada del mundo la preciosa boca que tengo ahora. Cuando veo las fotos de antes del tratamiento, no puedo creer que tuviera la poca vergüenza de ir por ahí con esa boca jeje. Y es que la diferencia, por poca que sea, siempre es brutal para el que se ve a sí mismo en el espejo. Ahora estoy orgullosísima de mis dientes y de haber tomado la decisión de ponerme ortodoncia. Me encanta cuando la gente me dice que se me ha quedado una sonrisa preciosa. Siento mi boca SÚPER SANA :D Ahora sí que estoy segura de que he evitado muchos problemas futuros de salud. 

Y lo más importante: NO PARO DE SONREÍR :D 

Espero que tú también hayas dado el gran paso hacia una bonita sonrisa y me lo cuentes con ilusión.



IMAGEN: Google Images (autor desconocido). Una imagen vale más que mil palabras y tu imagen era perfecta para mis palabras. Por favor si eres el propietario de esta imagen, házmelo saber y te citaré encantada.

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Hola increible todo! yo aun sigo llevando los brackets y metalico todo,y sonrio incluso con brackets jajajs ha sido la mejor decisión que tomé sin dudas, porque como tu dices te ves en las fotos y dices madre mia que poca vergüenza la mía! jajajja siento mucho lo del blanqueamiento cuando me lo hagan preguntaré y obviamente estaré al ojo. Gracias por compartir tu experiencia, no veo la hora que me los quiten! yo llevo casi 2 años puestos y ya me he acostumbrado con ellos, he pasado por mil experiencias entre ellas tragarme el muelle e ir a urgencias 😂, no veo la hora de que termine todo.

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